abril 20, 2009

El miedo en 3 actos... (Parte 1)

"Peter" es el apodo que le dieron sus amigos, por su increíble destreza para trepar muros, edificios, escalar torres o entrar a lugares de imposible acceso; habilidad que lo hace comparable a Peter Parker, el asombroso "Hombre Araña". Tiene solo diecisiete años pero dentro del mundo delictivo de nuestra ciudad, "Peter" goza de un nombre que infunde respeto.
Ha participado en diversos atracos, siendo su especialidad el lanzazo en pleno centro de la ciudad. Cualquier especie de fácil venta sirve, colgantes, aros, relojes, una que otra billetera, en fin, lo que brinde el día para él y su banda. Sin embargo, Peter tiene una debilidad, los celulares. Le gusta la tecnología, los roba también por que se venden rápidamente, y porque a pesar de los consejos que nuestras autoridades nos dan casi a diario, es imposible para el ciudadano común transitar por el centro de la ciudad sin hacer uso de estos equipos.
Como les decía, Peter tiene cierta fama, pues es uno de los más efectivos lanzas de la capital, puede jactarse de no haber sido atrapado nunca, y de liderar a un pequeño grupo de jóvenes de su misma edad, que lo veneran y lo seguirían a donde fuera.

Quienes estudian la delincuencia podrían explicar la conducta de este muchacho con mas de una teoría, y probablemente todas estarían erradas. Si bien Peter proviene de una familia de escasos recursos, su padre ha procurado qua nunca les falte nada, y su madre ha velado sin descanso por la crianza y educación de Peter y sus cinco hermanos. Pero para el protagonista de nuestra historia, todo ese esfuerzo nunca ha significado nada. Sus actividades son bien pagadas, en un par de días es capaz de reunir lo que su padre en un mes, pero además existe una razón que por su simpleza, jamás formará parte de ninguna teoría criminológica: lo hace porque le gusta.

El robo es gratificante, siente un agrado morboso por las reacciones de sus víctimas, al punto de realizar un ritual después de un exitoso golpe arrebatando los teléfonos de los incautos y despreocupados transeúntes. Peter y su banda se reúnen, beben cerveza y se sientan a contestar los llamados histéricos que hacen los despojados, actitud que solo se explica con la necesidad de proferir insultos al ladrón, mas que facilitar la captura de alguno de ellos.
Y así lo hicieron un día cualquiera. Era invierno, y la ciudad lucía más gris que de costumbre. Vientos de lluvia se colaban entre los edificios anunciando un verdadero diluvio. Eso provocaba casi siempre, la necesidad imperiosa de quienes transitan en el centro de la ciudad, de regresar a sus casas lo antes posible. Eso hacía que los llamados y la falta de preocupación aumentaran, haciendo de ese día el mas propicio para robar muchos celulares.

Peter ordenó a su banda mezclarse entre los transeúntes. Caminaban en forma piramidal esperando el momento preciso para que al menos cinco personas coincidieran usando sus equipos. No tardó mucho tiempo en cumplirse esa condición. El lider de la banda, como siempre, escogía la víctima más jugosa, que de coincidencia esa tarde fue un señor alto, vestido de traj negro y bastón del mismo color. Caminaba en forma distraída y lenta, no era ciego ni tenía problemas de ningún otro tipo, pero usaba lentes oscuros, lo que le daba una apariencia misteriosa y poco gentil. Usaba guantes negros y zapatos increíblemente bien lustrados, razón que atrajo la mirada de Peter y que en definitiva lo convirtió en víctima.
La operación comenzó como de costumbre. Por el centro, el hombre alto de bastón y anteojos, que hablaba e a través de un extraño celular con un acento por lo demás extraño. Tras él y acercándose, iba Peter. Por la izquierda, una muchacha de aspecto desaliñado que no dejaba de marcar números insistentemente tratando de contactarse sabe Dios con quien; un par de pasos mas atrás, un ejecutivo joven con uno de esos teléfonos que permiten hacer de todo, menos para mantener una conversación discreta. Por la derecha un hombre de camisa a cuadros y chaqueta de piel, que sujetaba un casco blanco con una de sus manos y un maletín con la otra. El teléfono iba colgado del cuello a un manotazo de esfuerzo. A su lado una mujer joven con aspecto de secretaria, que insultaba a su novio sin medir palabrotas.
Todos ellos y las perfectas coordenadas. Peter hizo un movimiento de cabeza en señal de atención, sus cómplices, como si se tratara de un código de activación aceleraron el paso hasta alcanzar a sus víctimas respectivas. En cuestión de segundos, todos atacaron al unísono, y se hicieron de los teléfonos sin demasiado esfuerzo.

Peter arrebató el equipo al hombre del bastón, quien no se resistió al ataque, ni exclamó palabra alguna.

Corrieron a toda velocidad por algunas cuadras hasta llegar a una plazoleta, donde las botellas de cerveza esperaban escondidas entre los arbustos. Se sentaron en ronda, se cambiaron las poleras para despistar a los testigos, y se dispusieron a contestar los llamados, que uno a uno fue llegando.

Las risotadas y bromas se descargaban tras cada reclamo que hacía la víctima desesperada, quien seguramente había conseguido un teléfono para llamar a su propio número, vaya uno a saber con que objetivo, y solo encontraban el silencio de este grupo de lanzas que no paraban de reír y de contestar insultos.

Todos los teléfonos marcaron sus melodías personalizadas, salvo uno. Peter miraba el equipo que permanecía apagado. Transcurrieron varios minutos, y un par de botellas para que el bolsillo de Peter comenzara a vibrar. El teléfono no tenia melodía programada, simplemente se movía alertando a su usuario de la llamada de alguien.
El silencio y la expectación del grupo no se hizo esperar. Peter contestó procurando que todos oyeran la conversación.

Pero no hubo gritos ni insultos, solo un silencio prolongado que fue cortado de improviso por una voz seca, carrasposa y fría que de manera firme dijo:

- "En el nombre de Oderak, en 48 horas vas a perderlo todo..."

El asombro era evidente.

- "Acaban de maldecir al Peter" - dijo uno del grupo.


Durante la siguiente hora, y otras botellas mas, no pararon de reír. Todos bromeaban menos Peter. Una sensación muy extraña lo invadía. Esa voz, ese tono, sus palabras. Algo en ellas le decía que no había razón para hacer bromas.

abril 14, 2009

Soledades...

Hoy hablaba con la feña, la nico y el pipe acerca de la soledad. La nico la tenía hace hace un tiempo, la feña la aguardaba atenta y el pipe coincidió conmigo; a veces la gente necesita un tiempo consigo misma. Es lo que me pasó a mí. Tenía tanto vértigo en mi cabeza que antes que estallase decidí congelar todo y a todos, darme un tiempo a mí mismo e interactuar un rato no muy corto con la soledad, después de todo, no habían muchas opciones que barajar. Hace casi un año que pasó y ahora pareciera que no me molesta, salvo una cosa... que voy sintiendo la necesidad, nuevamente, de alejarme de mis soledades...

Anoche soñé contigo (como la canción), sólo que anoche, estaba dormido. Ese sueño no fue más que el reflejo de mi realidad y de mi deseo natural. Soñé que corrí hasta un punto que frecuentabas, sólo para verte... sentí la necesidad de verte, pero no que me vieras... sentí la necesidad de hablarte, pero sin las palabras... tengo ganas de verte y al mismo tiempo omitirte de todo contacto conmigo...

Así son los sueños... pueden llevarte a la santidad...
(o a la locura!)

Una cosa es cierta, ellos tienen razón. Esa felicidad, al menos con mayúscula, no existe... ah pero si existiera con minúsculas eria semejante a nuestra breve pre-soledad. Después de la alegría viene la soledad, después de la plenitud viene la soledad, después del amor viene la soledad... ya sé que es una pobre deformación, pero lo cierto es que en ese durable minuto uno se siente solo en el mundo, sin asideros, sin pretextos, sin abrazos, sin rencores, sin las cosas que unen o separan y en esa sola manera de estar solo ni siquiera uno se apiada de uno mismo.

Los datos objetivos son como sigue: hay diez centímetros de silencio entre tus manos y mis manos, una frontera de palabras no dichas entre tus labios y mis labios y algo que brilla así de triste entre tus ojos y mis ojos... claro que la soledad no viene sola. Si se mira por sobre el hombro mustio de nuestras soledades se verá un largo y compacto imposible, un sencillo respeto por terceros o cuartos; ese percance de ser buena gente.

Generalmente después de la alegría, después de la plenitud, después del amor, viene la soledad. Conforme... pero qué vendrá después de la soledad?

A veces no me siento tan solo si imagino, mejor dicho, si sé que mas allá de mi soledad y de la tuya, otra vez estas tú, aunque sea preguntándote a solas que vendrá despuésde la soledad.

Como yo!

abril 13, 2009

Tiempo de romper... tiempo de coser.... TIEMPO DE RESUMIR!

Recordé con nostalgia uno de tantos mensajes que dejé colgado en internet esperando respuesta alguna vez. Una respuesta que, aunque esperaba, al mismo tiempo la odiaba. sí, bastante raro. Pero lo recordé... Hoy, mientras espero que llegue la hora para concretar una de las actvidades del día (noche mejor dicho), me doy la libertad de escribir lo que pienso. La pasada semanafue breve debido a semana santa (que de santo tiene tan solo el nombre... jaja, sí lo se, no puedo evitar mis comentarios ácidos y herejes, pero ya estoy viejo para cambiar, y además... no quiero hacerlo). Cada vez que una semana se reduce, surge para mí la necesidad de estar alerta, pues suele suceder que en esos pocos dias hábiles suceden una gran cantidad de cosas importantes... y aquí, ahora, no fue la excepción.
Hablé de ti... de mis ansias... del día que nació en tu boca... de un nuevo temporal que estalla...

Hablé... de todo!

abril 06, 2009

Adiós!

Santiago de Chile, abril de 2009




Estimados Compañeros:

Estas líneas surgen de lo que he percibido estos días en la calle, en los amigos que se me acercan, en la gente que me rodea y en mi propia experiencia personal. Comparto la preocupación que generó la noticia de mi salida de la universidad, pues yo mismo estuve envuelto en ese estado desde el término de las clases, el año pasado.
En este tiempo de idas y contramarchas, guardo en mí los mejores recuerdos que pueda tener del tiempo que estuve en la UNAB. Mis amigos, los lazos que uno comparte cada día con todos ustedes, tengan por seguro que los llevo en mí.
La decisión del cambio no es algo que surge de un día para el otro, sino que es todo un proceso complementario de situaciones que particularmente en el último año, podría haber ocurrido en cualquier momento (casi como una bomba que está por estallar), porque ya hay un cansancio que no se condice con el rendimiento académico que supuestamente se debiera producir. Vale mencionar entonces todo lo vivido al interior de TRICEL, en que ni siquiera contábamos con las garantías mínimas por parte de las autoridades para poder realizar las funciones como corresponden y que la comunidad estudiantil nos había encomendado; y a esto, obviamente, sumarle las amenazas constantes que afectaron no sólo a TRICEL, sino que también al Consejo de Delegados (CC.DD.) y al Centro de Estudiantes (CEDE), cuyo resultado es la renuncia de ambas organizaciones universitarias casi simultáneamente, porque al igual que la gran mayoría de todos los que estudiamos en esta Facultad, no quisimos que unos pocos irresponsables, mediocres y caprichosos pasaran a llevar a toda una Escuela de Derecho. Este contexto inaceptable de falta de compromiso hacia los demás dejó conjuntamente entrever la gravedad de la situación que debíamos abordar. Situaciones como éstas generaron un nudo de tensión que hicieron desestabilizar la institucionalidad al interior de la Facultad y por consiguiente, creó una desmotivación general, más aún siendo miembro de un órgano estudiantil, que traté de buscar en las autoridades la respuesta a gravísimos actos que incluso rozaron en lo delictual (respuesta que, dicho sea de paso, jamás existió). O situaciones de las cuales pude ser testigo, en que era imposible siquiera osar a emitir opinión alguna o intentar colgar un lienzo por ejemplo (completamente inofensivo por lo demás), pues se vivía con el persistente miedo de que por antojo de un alto cargo, la expulsión o el sumario administrativo estaba ad-portas (como si tener ese famoso cargo administrativo diera las licencias para crear un ambiente dictatorial); la prohibición de pensar y de opinar, no es entendible en una universidad cuyo lema es “Tradición y Modernidad”; éste fue el motor de mi salida, la justificación de todo. Igualmente, hay cosas de las cuales me siento orgulloso pero otras que me parecen casi vergonzosas (como ciertos personajes que rondan la Facultad y que se lavan la boca hablando de libertad de expresión, de democracia y finalmente no son más que mascotas del cinismo, la hipocresía y la mentira, vendiendo sus discursos de rebeldía barata, haciendo que nunca queden mal con nadie), pero son apreciaciones que prefiero guardarlas para mí, son juicios además muy subjetivos de cada momento. He sido, soy y seguiré siendo una persona consecuente con su pensar y con su actuar. De esta forma, en el futuro, no voy a querer mi nombre asociado a una universidad con la que lamentablemente, no comparto los mismos ideales, una universidad que ya no considera personas, simplemente consumidores (o clientes). En ese aspecto, es una decisión inteligente la de no seguir aquí, considerando que es un proceso que se va agudizando hasta el punto en que ya no se puede revertir.
Cortar por lo sano es, precisamente, hacer valer mi salud mental por sobre todo. En lo que a mí respecta, este deterioro personal, conlleva otros proyectos, prioridades y anhelos personales. Mi estadía en esta universidad, de una u otra forma, ya estaba agotada; sentía la sensación de un futuro mucho más incierto y poco a poco perdí el entusiasmo que genera encontrarse en una universidad en la que ya no es grato estar.
Los recuerdos que tengo de cada uno de ustedes, los llevo conmigo a todas partes, me quedo con los lazos de amistad que creé en estos 2 años y los que no cambio por nada.
Dentro de TRICEL, realmente hay que tener un ánimo gigante para poder enfrentar la cantidad de cosas bestiales que pasan. Pero nos sentíamos tan unidos, era un trabajo tan grande el que estábamos haciendo que ni con hostilidad (amenazas o injurias públicas incluidas) pudieron tratar de mermar el gran trabajo que realizamos. Fuimos siempre al frente con todo, no nos callamos ante nada y seguimos trabajando como siempre. Eso habló del espíritu inquieto que nos movió a cada instante, y no sólo a nosotros, sino que motivó también a media Facultad, aunque sea por una semana, a hablar, a no callarse, a desenvolverse, a ir contra lo que no compartían, a crearse una identidad… a opinar!. Me enorgullece el haber trabajado con gente tan capaz para todo como la Paz, la Javiera, Moisés y Valeria, un grupo humano que trabajó siempre con fuerza, aún cuando era todo adverso.
En este momento no me retiro conforme con todo lo que hice y viví al interior de la Andrés Bello; me retiro feliz. Cumplí mi sueño más importante, que es entregar mi vida a una carrera tan significativa para mí como es la carrera de Derecho. Sepan ustedes, que de aquí en adelante, seguiré ligado a la carrera, no hay nada que me parezca tan importante como es el espíritu del servicio público.
Por otra parte, lamento mucho la demora de esta declaración, sabía que vendría mucha presión y por eso creo que va a sorprender a muchos (no es que haya estado dedicado a despistar ni nada de eso). Aunque nunca he renegado de nada de lo que haya hecho, creo que donde radica mayormente la comodidad para sentirse bien es en la libertad. Estoy ahora en una etapa mucho más expansiva, es un gran hallazgo para mí seguir otra ruta y significa además el primer paso para un nuevo ciclo que se abre.

Me gustará canalizar también mediante el curso de estas letras, todos los parabienes a mis compañeros de TRICEL, pues sé que no los pasarán a llevar; no pudieron antes, con menor razón podrán ahora. Mucho éxito!
Y a todos mis amigos, aquellos compañeros de ruta con los que pasamos un montón de momentos buenísimos, momentos difíciles, de alegría constante que creo que tendré puntos de emoción y nostalgia a lo largo de toda mi vida después. Gracias por confiar en mí y sobre todo, gracias por darme su amistad y apoyo incondicional.

Un fuerte abrazo & hasta pronto…


Felipe A. García de la Huerta C.