Viña del Mar, 04 de marzo de 2012, 4:12 hrs.
De lo poco que recuerdo, este viaje venía previsto de antes. Incluso, venía previsto de antes de conocerla. Pero como siempre pasa que uno reconoce esa mirada, mirada que probablemente haya visto en otras personas, miradas que hoy vuelven como destellos de una esperanza, más que como recuerdos de algún pasado, los planes terminan por modificarse hasta el hartazgo de lo inimaginable.
Pero no. Esa posibilidad no cabía. Como sea, el viaje estaba previsto de antes y debía hacerse. Pero algo me inquietaba. No sé si el hecho de no poder verla o estar con ella, o por la inmensidad de los días aún no vividos que esperaban en aquel lugar lejano. Y como científicamente todo tiene alguna "sencilla" explicación, la distancia recorrida entre su alma y la mía es directamente proporcional a su recuerdo dando vueltas por mi cabeza.
Este viaje estaba previsto de antes. Yo lo sabía. Yo lo pude prever. Conocerla no estaba previsto. Es la delgada línea entre la suerte y lo que llaman destino lo que me llevó a la santidad de la locura a primera vista cuando la encontré ahí, entre el humo y la gente. Hablamos de cosas, de mi vida, de su vida, de música y otras cosas que ya no recuerdo... nada demasiado importante. Pero estaba ahí, y yo con ella, frente a mis ojos. Su presencia era mi locura.
El viaje debía hacerse, estaba previsto con anterioridad.
Y el viaje se hizo. Serán no se cuantos días. Para mi serán una eternidad. Este iba a ser un viaje más, un viaje normal, sin nada fuera de lo común. Pero la conocí con el viaje ya previsto.
Y tuve la bendita suerte de estar en el lugar correcto y en el momento adecuado para encontrarla. Ahora este viaje es distinto. Ahora este viaje me hace extrañarla y me hace ser cautivo de sus sueños. Pero sé que después de todo, ella no esta tan lejos de mi, porque a cientos de kilómetros, aún la siento cerca preguntándose cómo estuvo el viaje o mi destino, mientras yo aún intento ser todo aquello que ella busca, sin darse cuenta.
Pero no. Esa posibilidad no cabía. Como sea, el viaje estaba previsto de antes y debía hacerse. Pero algo me inquietaba. No sé si el hecho de no poder verla o estar con ella, o por la inmensidad de los días aún no vividos que esperaban en aquel lugar lejano. Y como científicamente todo tiene alguna "sencilla" explicación, la distancia recorrida entre su alma y la mía es directamente proporcional a su recuerdo dando vueltas por mi cabeza.
Este viaje estaba previsto de antes. Yo lo sabía. Yo lo pude prever. Conocerla no estaba previsto. Es la delgada línea entre la suerte y lo que llaman destino lo que me llevó a la santidad de la locura a primera vista cuando la encontré ahí, entre el humo y la gente. Hablamos de cosas, de mi vida, de su vida, de música y otras cosas que ya no recuerdo... nada demasiado importante. Pero estaba ahí, y yo con ella, frente a mis ojos. Su presencia era mi locura.
El viaje debía hacerse, estaba previsto con anterioridad.
Y el viaje se hizo. Serán no se cuantos días. Para mi serán una eternidad. Este iba a ser un viaje más, un viaje normal, sin nada fuera de lo común. Pero la conocí con el viaje ya previsto.
Y tuve la bendita suerte de estar en el lugar correcto y en el momento adecuado para encontrarla. Ahora este viaje es distinto. Ahora este viaje me hace extrañarla y me hace ser cautivo de sus sueños. Pero sé que después de todo, ella no esta tan lejos de mi, porque a cientos de kilómetros, aún la siento cerca preguntándose cómo estuvo el viaje o mi destino, mientras yo aún intento ser todo aquello que ella busca, sin darse cuenta.