Rebuscando por la red, ansiando encontrar escritos que tiempo atrás colgué en algún punto de Internet, me he topado con trozos del ayer.
He limpiado mi conciencia!
Tan llena de pelusas estaba, que me daba como entre miedo, asco y pena. Pero no me acordaba de ella (mi conciencia), como tampoco se acordaría nadie de aquel calcetín que se escondió bajo el armario y se cubrió de polvo. Un día lo ves y lo agarras casi con el filo de las uñas para que no te roce lo más mínimo. Luego lo tiras a la basura y aquí no ha pasado nada. En un principio, decidí hacer lo mismo con mis remordimientos....... Total, el pasado es irrecuperable y arrepentirse es una pérdida de tiempo, pero, después, asumí la oportunidad de caerle bien al karma y metí la prenda en la lavadora. Después la volví a dejar en un cajón bajo la cama, donde yacerá para siempre con el resto de recuerdos, pero al menos, me resarcí de cara al Destino.
Pienso que he pasado la mitad de mi vida haciendo cosas; la otra mitad, intentando comprenderlas. Hoy actúo comprendiendo cada acto. Ya estoy pronto (tan sólo un día) de cumplir los 20 (el ansiado cambio de folio) y supongo que la edad no sólo sirve para ponernos más viejos...
El pasado no existe. Hace cinco minutos, no existe. Hace un segundo, cuando escribía la h de "hace", no existe. Si lo piensas bien, es un mal rollo el que no existamos nunca, pues ahora se acaba antes de que termine de pronunciar la palabra "ahora". Si no existo, ¿por qué limpio las cosas que no existen? - me puse demasiado filosófico, definitivamente debo dejar de trasnochar tanto en los examenes. Pero lo que quiero decir, es que no entiendo por qué he de sanear mi corazón con vendas invisibles. Cierto es que el karma, ya se ha cebado conmigo y se ha quedado a gusto. No hay acción que haya salido de mí que no me haya sido devuelta por duplicado. Seguro que lo de aquella vez, ya lo he pagado y, además, sé cómo. No obstante, sigo haciendo el papel de mmm.... digamos.... humano, tratando de convertirme en un alma cándida a estas alturas. Increíble, pero cierto. El miedo a la represalia cósmica, me ha convertido en mejor persona...
¡SÉ QUE EXISTE!